Me llevó un tiempo, pero por fin comprendí un día que los rituales nos ayudan a vivir… «El consuelo» (2008), Anna Gavalda

Suena el despertador: 8 am alarma de diapasones, 8.15 am alarma de campanas,

8.30 alarma de sirenas, 8.45 alarma de ladrido de perro. Hora de levantarse.

Me incorporo lentamente, con los dedos semi-apoyados en el piso, con el pijama aún tibio, llevo las manos al pecho, inclinó la cabeza y agradezco a Dios/a las bendiciones recibidas, la salud de mis hijos, mi salud, el nuevo día y algo más.

Me visto rápidamente, para no enfriarme, me higienizo, me dirijo a la cocina a preparar el desayuno, no sin antena encender de pasada la PC para home Office.

En ayunas preparo y tomo mi vitamina natural, 2 cucharadas de maca diluida en jugo de naranja.

En mi tazón de cerámica artesanal de color ladrillo, estilo sopero, sirvo café con leche, mientras alisto un par de tostadas con dulce de leche y queso.

Este pequeño ritual mañanero, hace las veces de interruptor de inicio y banderazo de largada, el día comenzó.

En esta ya no tan nueva normalidad de barbijos, lluvias de vacunas y medidas sanitarias, descubrí que trabajar desde casa me abrió a otras posibilidades.

En este adecuar trabajo, rutinas, compartires familiares y habitar mi hogar, me sorprendí vivenciando en el afuera el reflejo de mi adentro.

Quedarme en casa, le abrió la puerta a mi mundo interior y re direcciono toda esa energía puesta durante años en el hacer que anestesia a un estar presente desde el Ser que palpita.

Hoy la sala de casa se transformó en un espacio de home office y trabajo creativo, en la que fluyen mantras, acrílicos, tarot, oráculos, acompañamiento terapéutico, juegos, gym y momentos de encuentros.

Tiempos en tonalidades y profundidad. Tiempos no lineales. Tiempos en carne viva. Tiempos en los que el ánimo oscila. Tiempos que duelen, al raspar heridas mal curadas. Tiempos de duelos. Tiempos lentos, mientras se curan. Tiempos nutricios en los que van cayendo armaduras, creencias y dogmas. Tiempos de aprendizaje, conexión, expansión y esencia.

Estoy aprendiendo a volver a pulsar desde el alma.

También tengo mis tropiezos, me frustro, me enojo y desanimo. Es ahí cuando me detengo, me observó sin juicio y con amorosidad, como quien mira a un niño intentando aprender a caminar.

Cierro los ojos, llevo las manos al pecho y respiro. Con cada inhalación y exhalación voy retornando a mi cuerpo, voy tomando consciencia de mi estar presente en el adentro sabiéndome en el mundo.

Vuelvo a sintonizar con el corazón y a fluir con el sentir. Mis ojos retoman su brillo ante las infinitas posibilidades, sonrío y con cada latido sigo coloreando vida. Hay pequeños rituales que abren el día, otros que son ritos de pasajes y también están los que nos traen de regreso a habitarnos.

Te invito a que visites mi Instagram en @paola.vincenti y @focu.self.cuantico y te espero nuevamente el próximo jueves en este espacio en el Blog de los Códigos Sagrados de Agesta.

Esto te va a interesar volver a ver…

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